Me llamo María Jesús. Soy madre de tres hijos y abuela primeriza desde mayo pasado. Me gusta presentarme así porque la familia siempre ha sido lo más importante para mí. Crecí en una que me aportó los valores esenciales sobre los que he intentado edificar mi vida personal y profesional. Estudié Filología Inglesa con la intención de convertirme en una buena profesora o traductora. Al terminar la carrera, me dediqué a la enseñanza durante un par de años pero… ¡oh sorpresa!, me di cuenta de que bregar con casi cuarenta alumnos en clase no era para mí. Mi padre me propuso entonces hacer unas oposiciones a Cajamadrid. “¿Yo, en una Caja de Ahorros?, ¿pero qué pinto yo allí?”. Por no contrariarle las preparé como pude y… ¡aprobé!, algo que no estaba para nada en mis planes. Así que a mis veintitrés años, en el año 1982, me encontré con un trabajo fijo, al que no quise renunciar porque me facilitaba mi deseo de formar una familia. Pasé por RRHH, Relaciones Sociales, Presidencia…hasta que me surgió la posibilidad de trabajar en una Multinacional y, con el colchón de una excedencia, decidí probar suerte. El trabajo me gustaba y allí estuve casi tres años hasta que la crisis inmobiliaria del 92 provocó una suspensión de pagos en la empresa y mi retorno a Cajamadrid. Entonces tuve que enfrentarme a un nuevo reto, el mundo de las sucursales. Tuve que formarme sobre la marcha y así llegué a ser Gestor de Banca Personal. Posteriormente se me propuso una carrera directiva pero, francamente, no me veía siendo Directora. Seguía siendo más de letras que de números.
En 2018, un inesperado ERE me permitió prejubilarme. Era mi oportunidad para hacer cosas nuevas pero… ¿por dónde empezaba? Tengo bastantes aficiones, aunque creo que la escritura es la que más me llena. No obstante, no acababa de encontrar la motivación para escribir. Durante la pandemia, una amiga me sugirió que me apuntara a un Taller de Escritura, “¿por qué no?”, me dije. Y así empezó una maravillosa aventura.
Hace un año, en febrero, escribí un cuento: ” Kita, la mariquita”. En un primer momento iba a ser para Lucas, mi nieto. Con la ayuda de mi hermano pequeño, otro loco como yo, decidí editarlo. Tuve que buscar ilustradora, pensar la maquetación, elegir el tamaño, el diseño, etc. Todo esto sin poder llegar a contactar personalmente con mis interlocutores y a través de videoconferencia o teléfono debido al confinamiento que sufríamos. Soy creyente y estoy consagrada como Hija de María Evangelizadora. Los HME tenemos Misiones en diversos países, así que pensé, “¿Por qué no editar más ejemplares y dedicar todo su beneficio a las Misiones?”. Y así ha sido. La primera edición de Kita fue de 500 ejemplares, que recibí el 29 de junio pasado. La Providencia quiso hacerme un gran regalo y conté con dos benefactores en el último momento, que cubrieron sus gastos. A día de hoy ya están todos vendidos y la segunda edición de 1000 cuentos más lleva muy buen ritmo. La divulgación del cuento la realizo prácticamente a través del boca a boca y, para apoyarla, estoy realizando Cuentacuentos de Kita en Bibliotecas y colegios. Ya he visitado Villanueva del Pardillo, Valdemorillo, Majadahonda, El Escorial y tengo más localidades programadas. Me encanta el contacto con los niños y disfruto muchísimo trabajando por una buena causa. La pequeña mariquita ya ha llevado ayuda a Junín, en Perú, dos veces y os aseguro que no hay nada más gratificante para mí que ver las caritas agradecidas de aquellos peques.
La vida me ha dado esta nueva oportunidad y quiero aprovecharla. Creo que todos tenemos un camino que recorrer y, en mi caso, agradezco a mi carrera profesional “oficial” el que me haya dado la facilidad para relacionarme con la gente sin sentir apuro. Esta cualidad me está ayudando mucho en mi actividad misionera. Todo ocurre por algo, estoy convencida, y me gustaría que mi sencilla historia os ayudara a pensar que la edad no es un límite para llevar a cabo sueños, que nunca antes habrías imaginado, ¡EN MARCHA!
María Jesús Castelló Tapias
@castellotapias