28 Nov Cuestión de grado
Patricia Riva Lis – Cuestión de Grado
Cuando en aquel otoñode mediados de los años ochenta del pasado siglo llegué a Madrid, su cielo me pareció el más azul del mundo. Ahora pienso lo mismo del mar de Pontevedra cuando vuelvo a él en los veranos. Los sueños y los recuerdos nos tiñen la mirada, unos más que otros según el momento de la vida. Aquí vine para estudiar y aquí me quedé para vivir. Poco después de licenciarme en Derecho empecé a trabajar en una de las grandes, cuando una caja de ahorros no era todavía una empresa como tal. Después vendría lo que ya sabemos. Los restos de aquel naufragio todavía inundan el mar de tinta de las hemerotecas. Durante los noventa, la jornada laboral no abarcaba (casi) la vida entera y así pude yo cursar el Doctorado. Y aunque al final no llegara a presentar tesis alguna, sé que no voy a olvidar el silencio de aquella mañana lluviosa de un 14 febrero roto por el ruido de las sirenas. Era el año 1996 y en la Facultad de Derecho de la Universidad Autónoma de Madrid acababan de matar al profesor Tomás y Valiente. Vendrían después muchas tardes literarias de talleres y de escuelas. En la de Letras, así se llamaba: Escuela de Letras de Madrid, aprendí yo a leer a los veintitantos, rodeada de maestras y maestros de la talla de Gopegui, Montero, Suñén, Guelbenzu o Millás. Después vendrían otras escuelas, pero ninguna como aquella. Recuerdo muy bien la enorme alegría por el accesit recibido en el aquel certamen de relatos del Colegio de Abogados de Madrid y la ilusión inmensa de ver un cuento mío publicado en su revista. Con el nuevo siglo llegaría Antonio, mi hijo, y con él la rotunda y grandísima experiencia de la maternidad. Todo un grado este que no termina nunca. La especialización la completaría tres años y medio después con Carmen, mi hija. Un master que tampoco concluye y cuyas materias varían con los años. Ahora sé que el tiempo diario que compartí con ellos de pequeños fue un privilegio mayor del que entonces suponía
Más tarde, más madura y menos casada – sigo felizmente separada desde hace casi quince años – me gradué en Psicología por la Universidad Oberta de Catalunya. Mi interés por la historia del cuerpo de las mujeres me llevó en octubre de 2019 al XXIV Congreso Mundial sobre Salud Sexual celebrado en Ciudad de México, con una investigación convertida en ensayo, que sería publicado en forma de libro, en diciembre de 2021, con el título: “Historia de la acuación. Arqueología de un silencio”.
Si estudiando Derecho aprendí algo de lo que nos toca de la piel para afuera y con la Psicología, lo mismo, pero de la piel para adentro, ahora estudio Humanidades para dar sentido sociohistórico a todo lo aprendido. Y soy Mediadora civil, mercantil y familiar para seguir trabajando por hacer de este mundo un lugar mejor para vivir. Ah, y escribo mi segundo libro. También sobre nuestro cuerpo, sobre nuestro placer, sobre nuestro deseo y, sobre todo, sobre nuestro irrenunciable derecho al Conocimiento.
Que en chino, la palabra crisis se traduzca como 危机 (Wei Ji) – ideograma formado por dos caracteres: Wei, que significa peligro y Ji, que significa oportunidad -debería darnos una pista acerca de cómo revertir (casi) todo lo que nos han contado de las mujeres “mayores” y empezar desconfiar (un poco) de (casi todo) lo que de nosotras otros han dicho y confiar más en nuestros cuerpos. Y como (casi) todo en la vida es cuestión de grado, os animo, desde este de la serena madurez adolescente que me brindan los cincuenta y cuatro años, a indagar en lo «espiritual» entendido el término como totalidad psíquica, no solo producto del pensamiento, sino también de la imaginación, de la sensibilidad y de la voluntad, para aprender así a afrontar las crisis por venir y entenderlas como oportunidad más que como peligro.