A todo México!

 ¿Quién me iba a decir que la vida me conduciría a México? En Madrid vivía y trabajaba, rodeada de buenas amigas, familia …. Y llegó el amor …. Y me casé … marido mexicano de corazón español. Nunca pensé que dejaría todo mi mundo madrileño para vivir una aventura con esta persona con la que he formado una familia.

México es … diferente. Mismo idioma, diferente lenguaje. Una sociedad donde decir “no” está mal visto. Sociedades aparentemente acogedoras pero con el trato empiezan a aparecer las diferencias y éstas se hacen más grandes cuanto más les conoces. Diferencias sociales enormes, desde el lujo pocas veces visto hasta la pobreza extrema. México es, en algunos aspectos, la España de hace 40 años. Por ejemplo, la mujer, que generalmente está bien formada con carrera y post-grado, se casa joven y se retira o nunca llega a ejercer, para el cuidado de la familia. Ya una vez que los hijos dejan el nido, se dedican a diferentes actividades de tipo social, algunas forman empresas ya que una de las maravillas de este país es que es fácil abrir un negocio y esto da oportunidad a muchas personas de desarrollarse tanto a nivel personal como económico. Otras, quizá desearían hacerlo pero no tienen las herramientas o la ayuda necesaria para el retorno laboral.

Siempre es enriquecedor vivir en distintos países, en México aprendí que la paciencia y el relativizar las cosas te da mucha paz y perspectiva en la vida. Finalmente, no todo es decisivo ni extremadamente importante en la vida. La flexibilidad de las personas mexicanas te enseña a poner en la escala de valores cada cosa en su sitio. Ese sería mi mayor aprendizaje. Mi mayor renuncia, mi familia y mis amigas queridas, indudablemente. Las costumbres se cambian pero las personas no.

Intento cada día vivir todo lo bueno de dos mundos y dos culturas diferentes. Quizá hablar de México es hablar de muchos mundos, uno solo es insuficiente. Y quizá en esta diversidad es donde radica su encanto y ofrece oportunidades, tanto sociales como económicas que hacen que la vida sea atractiva y a veces, por qué no, agotadora.